Este Día Internacional de las Mujeres nos invita a pasar de la reflexión a la acción. Las mujeres referentes comunitarias de barrios populares ocupan un rol trascendental en la transformación del territorio afrontando una triple jornada laboral: la del trabajo doméstico y de cuidado, el trabajo remunerado y el trabajo comunitario.
Según datos de ONU Mujeres (2016), las mujeres realizan 2,5 veces más trabajo de hogar y de cuidado que los hombres. Esta realidad atraviesa a todas las mujeres y, en particular, a quienes viven en barrios populares, donde la asignación de tiempo en el cuidado reduce significativamente sus oportunidades de invertir horas y recursos en la formación y desarrollo personal y/o profesional, profundizando su situación de pobreza o, al menos, disminuyendo la posibilidad de superarla.
De acuerdo con el Registro Nacional de Barrios Populares (2018), existen 4.416 asentamientos, en los que habitan al menos 4 millones de personas. El 51% son mujeres y, en el 63% de los hogares, son sus responsables. Son ellas, además, las que lideran, en su mayoría, la organización de la comunidad en sus barrios.
Según la Encuesta de Liderazgos Comunitarios realizada por TECHO en latinoamérica (2019), tres de cada cuatro (75,8%) liderazgos se identifican como mujeres. En Argentina, este porcentaje asciende al 81% de los liderazgos (sobre una muestra de 26 referentes). Son vecinas de los barrios que suman a sus jornadas de trabajo remunerado y no remunerado, una tercera, la del trabajo comunitario. Esto se traduce en la organización de merenderos, ollas populares y otros espacios de asistencia a la comunidad; así como en la integración en mesas participativas a través de las cuales se gestionan proyectos, reclamos y soluciones para dar respuesta a las problemáticas del barrio. Dicha realidad, invisibilizada y agravada por la pandemia, alcanza a 1 de cada 3 (34%) de los liderazgos comunitarios ejercidos por mujeres dentro de las comunidades en las que trabaja TECHO.
Las mujeres son las abanderadas en la transformación del territorio desde la acción, la movilización, el impacto directo y la reivindicación de los derechos y capacidades. Su trabajo aporta no solo al desarrollo de sus barrios, sino también al sostenimiento de la economía y la reducción del gasto público en servicios sociales. En la Argentina, de acuerdo al informe elaborado por la Dirección Nacional de Economía, Igualdad y Género (2020), el trabajo doméstico y de cuidados no remunerado representan un 15,9% del PIB y es el sector de mayor aporte en toda la economía.
Asimismo, según el Registro Nacional de Trabajadores y Trabajadoras de la Economía Popular (ReNaTEP), son las mujeres quienes en su mayoría integran el sector de la economía popular (57,4%, agosto 2021) en contraste con la masculinización del mercado laboral asalariado privado. La precarización laboral y las bajas remuneraciones derivan también en la feminización de la pobreza y agravan la situación de vulnerabilidad.
Desconocer la labor comunitaria de las mujeres y las dinámicas territoriales de construcción social del hábitat acrecienta las desigualdades y pone en cuestión el rol que tiene hoy el Estado en la garantización igualitaria de derechos. Visibilizar la lucha diaria liderada por mujeres es el primer paso, seguido del reconocimiento y la reivindicación del lugar que las mujeres ocupan en pos de una distribución equitativa de las tareas. Mujeres que hoy, además de estar a cargo de las tareas del cuidado, acompañan, trabajan, se forman y lideran en sus barrios.
La responsabilidad recae en todas las personas que desde su lugar potencian, invisibilizan, hacen uso y no revierten – activa o pasivamente – esta situación. El Estado es el principal actor capaz de establecer políticas públicas que acompañen un nuevo orden en el que las mujeres sean libres de elegir su labor y tengan igualdad de oportunidades económicas, sociales y culturales. Lejos de ser un problema del ámbito privado, es necesario que esta discusión tenga protagonismo en la agenda pública de manera urgente. Para lograr una sociedad más justa, igualitaria, integrada y sin pobreza, debemos superar toda forma de desigualdad, en especial, la de género.
María Lucía Groos – Directora del Centro de Investigación e Innovación Social de TECHO Argentina